Vomito
estiércol por los agujeros de mis orejas
Y defeco los
residuos de mi alimentación estereotipada por senderos lagrimales
Por la rabia
inmensa que se posiciona por sobre la altura de mi calentada cabeza
Tengo la
respiración adulterada por la información asimilada por mis emociones
destructoras y bien posicionadas.
Cayeron los
pájaros que solo agrandaron la jaula para volar un poco más lejos sin entender
que chocaban contra la sombra de los garrotes, más delgados pero símiles en
sobras.
Volvieron a
caminar con la única seguridad de que el hambre será saciada por la misma mano
que no los liberara nunca de sus jaulas, y pretender mofarse de aquelles a
quienes las redes se les acerca más al cuerpo y por veces rosa sus plumas, bien
manoseadas y maltratadas.
Se
deslegitimaron cósmicamente ante el altar de la dignidad y todas sus trampas,
asumieron con el mejor orgullo el hecho concreto y absoluto de defender su
feudo de los bandidos que se pasean de vez en cuando un tanto más cerca de sus
propios estatutos.
Olvidaron la
responsabilidad de defender lo que a nadie le quita el sueño y por lo que nadie
pretende vivir despierto. En el ahora me protejo con la creación de un buen
cuento que me mantenga quieto, para no agitarme por la inestabilidad con la que
viven mis profes alrededor de las órbitas de mi cuerpo.
Es verdad
que la verdad es solo una, pero el calor individual la flexibiliza y con ayuda
del lenguaje y las manos, la adulteran para amenizar el paisaje que se plasma en
los ojos de les portadores que solo construyen lo mismo que critican a sus
padres, aunque ahora con bajo consumo, libre de gluten y otras normas que aun
se imponen desde el Olimpo hegemónico interestelar y sobrenatural.
Fin del
comunicado publico marciatiliano.
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